MÁRTIRES
FRANCISCANOS DE CASTILLA (1936)
por Marcos Rincón Cruz, OFM, Vicepostulador
por Marcos Rincón Cruz, OFM, Vicepostulador
Martín Lozano Tello nació en
Corral de Almaguer (Toledo) el 19 de septiembre de 1900. Sus padres,
Román y Carmen, aun siendo pobres, sabían atender a los
necesitados. El padre, ciego, se hacía conducir por Martín, el
cual perdió a sus progenitores cuando contaba ocho y diez años.
Desde pequeño se sintió atraído por el estado
religioso.
Ingresó en el seminario menor
franciscano de Belmonte (Cuenca) en 1913. Tomó el hábito
franciscano en Pastrana (Guadalajara) el 14 de julio de 1916 y emitió su
profesión temporal en la misma fecha del año 1917. En dicho
convento cursó la filosofía y el primer año de
teología, y profesó de votos solemnes el 4 de octubre de 1921.
Los otros tres años de teología los cursó en Consuegra
(Toledo). Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1925.
De 1925 a 1929 se licenció en
Sagrada Escritura en Roma y Jerusalén. Acabados sus estudios,
empezó su labor en el teologado franciscano de Consuegra como profesor y
maestro de disciplina. En el cargo de maestro permaneció un año;
en el de profesor, hasta su muerte: dos años en Consuegra, de 1931 a
1933 en Quincy (Illinois, USA), donde había sido trasladado el
teologado, y de nuevo en Consuegra de 1933 a 1936.
De natural era bien dotado
intelectualmente, introvertido, emotivo, tímido y débil de
carácter para afrontar los problemas del estudiantado, lo cual le
llevó a renunciar al cargo de maestro de estudiantes de teología.
Era amante del estudio, cumplidor de sus deberes, piadoso, sencillo, no dado a
disputas ni críticas, prudente, indulgente en las calificaciones, y
sabía encajar los desaires que recibía. A quien le propuso que
dejase la Orden y pusiese una escuela de su pueblo, contestó que
«estaba al servicio de Dios y de sus superiores y que era franciscano,
y franciscano había de morir».
Su trabajo principal fue la docencia de
materias bíblicas y teológicas. No descuidaba la
predicación dominical, sencilla, ni el confesonario, en el cual se
mostraba prudente, paciente y caritativo. Escribió también en
Cruzada Seráfica algunos artículos bajo el título
de Página Bíblica, los cuales le muestran como hombre de
vida interior, que sabía poner su ser y su indigencia en la presencia
del Señor.
A pesar de su timidez, estaba dispuesto al
martirio. Días antes de la guerra civil, le dijo una persona:
«¿Cómo anda usted por la calle vestido de hábito?
Le van a matar». Y él contestó: «Tengo la
mortaja puesta. Cuando gusten, pueden hacer de nosotros lo que
quieran». Fue asesinado con parte de su comunidad en Fuente el Fresno
(Ciudad Real) el 16 de agosto de 1936.
[M. Rincón Cruz,
Mártires Franciscanos de Castilla (1936-1938).
Madrid, Edibesa, 2007,
Madrid, Edibesa, 2007,
pp. 59-105]
Fuente: http://www.franciscanos.org/santoral/victorchumillas.htm
Fuente: http://www.franciscanos.org/santoral/victorchumillas.htm
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